Dos muy buenas; otra: se acabó la fiesta: El Código

Manuel Fernando López

Lo dije desde hace rato y, hoy lo sostengo en este espacio: no pierdan de vista a Alfonso Cannan Castaños, vocero del Movimiento por el Libre Tránsito por las carreteras de Sonora y, a quien mucho debemos agradecer quienes viajamos por Sonora, no seguir pagando las injustas tarifas en las casetas, muchas de las cuales deberían no existir porque las concesiones ya finiquitaron hace mucho tiempo y, aún así los bandidos siguen cobrando a los automovilistas.

Este activista quien goza de los afectos y estimaciones de su “tocayo” –él lo llama así—nada menos que al gobernador electo, Alfonso Durazo Montaño, en breve dará noticias al respecto de dicha amistad, para coraje y rabia de muchos de sus detractores, que no han escatimado en insultos y groserías a su ámbito familiar, denostándolo en forma cobarde y vil.

Muchas y sufridas jornadas para defender a los ciudadanos ha enfrentado este activista –incluso con la cárcel por casi un año—y, producto junto con muchos compañeros, ahora anuncia dos excelentes logros: tanto la caseta de cobro de Esperanza como la de Hermosillo, van a ser eliminadas para beneplácito tanto de sonorenses como de automovilistas foráneos y, en especial a transportistas de carga, víctimas de esta injusticia.

–¿Te adjudico tal declaración Alfonso…?, pregunta el reportero y, éste , sin titubeos, exclama: ¡claro! Y, de paso agradece en este enorme logro, en primera instancia la intervención de Alfonso Durazo Montaño, desde que era secretario de seguridad pública  federal impidiendo que la Guardia Nacional los garroteara y, también a Javier Lamarque Cano quien desde su trinchera en la diputación federal defendió esta lucha; sin olvidar en este agradecimiento a Servando Flores Castelo, quien desde la representación de la Secretaría de Gobernación en Sonora ha sido un intermediario muy útil.

¿La mala? : para los vividores Miriam Salgado y Nicolás Machorro, amén de los nefastos tiangueros que les acompañan y llevan tiempo enriqueciéndose a costillas de los automovilistas en la caseta de cobro a la salida norte de Hermosillo, en breve el negocio se les acabará y, volverán a su estatus original de vendedores de “bolis” –lo cual nada tiene de aprobioso – y, demás artículos, que dejaron para acampar y asaltar –hasta eso, con el modosito “con lo que guste cooperar”—a los automovilistas, quienes y, es justo decirlo, desconocen la catadura moral de tales hampones.

Les llame en una columna de hace rato, “Los serruchos”, porque lo mismo chingan de ida y vuelta en dicha caseta; a estas cucarachas, el gobierno  federal debe aplicarles el garrote y, someterlos a una auditoría, porque el contrario del Movimiento por el Libre Tránsito, ni un solo peso destinan a causas sociales, menos a niños con cáncer.

Claro, sus familias deben gozar de cabal salud, gracias a la federación.

¡Alea jacta est!.

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