Manuel Fernando López
El texto sigue así: “ …demasiados ladrones llevan demasiado tiempo en la administración.¡Out! échalos. Hay que quitarnos la fama de un país de bandidos que tenemos”.
Seguramente lo anterior lo tiene cincelado AMLO en su cabeza; de ahí que a estas alturas, la honestidad galopa sin freno en su administración, gracias a la enorme escoba que en sus manos barriendo “la escalera de arriba hacia abajo”.
“Señor, preguntó un árabe a Dios: ¿cuándo terminará la corrupción en mi país…?
“En mil años…” respondióle aquel, soltando el llanto el hijo del desierto.
Luego tocó el turno a un venezolano, recibiendo una respuesta superior en años y, alejose desconsolado el ciudadano bajo la égida de Nicolás Maduro , el del “pajarito”.
“¿Y en mi país cuándo…? preguntó el de la república amorosa al Señor y, éste se echó a llorar a torrente vivo. Saque conclusiones.
La honestidad va más allá de saquear los dineros, de hacer mal uso de éstos en dispendios, en obras faraónicas –verbigracia el tren maya, la refinería de Dos Bocas o el aeropuerto de Santa Lucía por mencionar algunas del empecinado de palacio nacional—sino en cometer la inmoralidad de la omisión, el peor de los pecados en la tradición católica.
Precisamente por omisión aunada a la terquedad y soberbia de AMLO, por el país, galopan ya, los jinetes del Apocalipsis: la Peste, el Hambre y la Muerte.
Falta el cuarto, pero ya está implícito: la Guerra.
Las frases entrecomilladas al principio son de Luis Spota de su libro “Sobre la Marcha”.
¡Alea jacta est!.












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