Manuel Fernando López
Hostigamiento, represión–de varias y distintas formas– amenazas veladas y abiertas son la firma de casa de la maestra María del Rocío Martínez Rodríguez, quien desde hace más de treinta años ha traumado a cientos de alumnos, que han tenido la desdicha de estar bajo su tutela en el aula.
¿Dónde? : nada menos que en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios 132 –en Las Quintas– y, con el cargo de maestra de módulo de Recursos Humanos; actitudes desplegadas en especial contra las adolescentes, nunca contra los varones.
Lo peor aún: estas fobias de la docente, cuentan con la total aprobación de la directora del plantel, Gema del Carmen Robles Mendoza; no obstante decenas de quejas y escritos en contra de madres de familia e, incluso de las propias alumnas.
Encima, prepotente: nada le harán, nada procederá en su contra; pues la directora – Gema del Carmen—es su amiga y, encima cuenta con el total respaldo de su sindicato—al parecer la Sección 28 del SNTE—así que se ampara en ambas sombras.
Constan tales documentos en poder de este reportero, quien promesa de por medio a las madres de tales alumnos , reserva sus nombres –por el momento–ante el evidente temor de represalias de quien salvo un sicólogo o siquiatra, pueden tener la respuesta a dicho trauma.
Razón les sobra para tal reserva: ante la denuncia de tales hechos ante la directora del plantel–Gema del Carmen– solo silencio recibieron –cerca de un año– y, encima, María del Rocío Martínez, ha utilizado a su hijo Christian Batriz Martínez, para insultarlas y denostarlas en las redes sociales en forma vil y grosera; amén de hacerlo con muchas faltas de ortografía.
Claro, merced a su puesto en el CBTIS132, la señora «educadora» logró colocar a su vástago en un excelente puesto en dicho plantel , donde cobra bien y, por supuesto con la sagrada misión de atacar a quien o quienes osen criticar a su progenitor.
Experta además en chantaje: es muy dada –la madre de Christian–en referir a sus alumnas tal o cual «favor» , no así a los varones en su salón –grupo mixto integrado por cuarenta alumnos– y, que ha causado en muchos de ellos secuelas sicológicas dolorosas.
En el colmo de la crueldad, ha hecho escarnio del tartamudeo de una niña , “porque no sabe exponer…”; así se las gasta
Alguien debe decirle –de paso a su hijo – que el bullyng es algo muy penado; los padres solo aguardan la llegada del fin de curso para escapar de dicho viacrucis que en realidad a ellos también los ha y está afectando.
A las niñas, que no gozan de sus preferencias –casi ninguna—no tiene piedad en decirles gordas, feas, critica sus cuerpos en todos sentidos –sin ver el suyo—metiéndose en asuntos personales de éstas, para lastimarlos sin temor a represalias, al fin y al cabo “la directora es mi amiga”.
Van algunas de tales cartas estrujantes:
Alumno 1: “Al inicio del segundo parcial, la maestra María del Rosario Martínez de la especialidad de recursos humanos, se ha comportado de la manera más grosera posible , juzgando mi físico y burlándose . La maestra Rocío, es servidor público por lo que debemos recibir más respeto de su parte, ya que nosotros brindamos el respeto adecuado hacia ella. Recibí n comentario ofensivo hacia mi cuerpo por parte de dicha maestra”.
“Yo: maestra, puedo ir a tomarme un pastilla? Yo llevaba un garrafón de agua…”
Maestra Rocío: “claro, todo se parece a su dueño…”
“Ella me insultó y me hizo llorar me dijo que me parecía al garrafón de agua solo por sewr una persona gorda y me pareció un comentario bajo con respecto a su “profesionalismo” como maestra”.
El anterior testimonio es textual, de puño y letra de esta víctima por parte de la maestra sicópata.
Otra queja: “el lunes 19 de septiembre alrededor de las 10.05 am estaba en mi hora de recreo y , l estaba comiendo, la maestra me pidió que le mandara mensaje a ms compañeros para que acudieran l salón porque había un evento en la escuela, yo seguía comiendo mientras hcía lo que me pidió, en eso me dijo: “ya deja de comer, siempre que te veo estás comiendo”
Sigue: “a lo que yo reaccioné dejando de comer y no hice ningún comentario, pero se convirtió en un tema con mi psicólogo, ya que soy una persona gorda y su comentario me afectó más de lo que ella podría imaginarse”
Abundan las denuncias de más niñas en el mismo tenor contra esta maestra y, obran como ya dije en poder de este reportero, para mostrarlas ante la autoridad que corresponda y ponga fin a este monstruo vestido de maestra.