Manuel Fernando López
Para mi amigo Paráclito, Francisco Aragón.
Nepotismo y cinismo
Desde siempre, en el ser humano han dominado, las filias y las fobias; es inevitable: el corazón sobre la razón; la mente fría es privilegio de los estadistas, pesan sobre ellos el dolor de mandar, de casi ser dioses en su labor de conducir a los hombres hacia su destino.
Moisés, aún cuando condujo a Israel por el desierto para liberarlos de Egipto, separar las aguas del mar rojo y, sufrir la traición de su hermano Amós adorando el becerro de oro a los pies del monte Sinaí, fue condenado a rondar la tierra prometida por cuarenta años; finalmente murió sin verla.
Hoy, siglos después y perdón por la barbaridad histórica y religiosa, la “tierra prometida” está aquí; se llama la cuatro T y, su mesías, su moisés moderno es de Tabasco; amlo.
¡Ayyyy! de quien no se hinque ante él y rinda pleitesía, está destinado a vivir fuera del presupuesto; más triste aún: del nepotismo y del cinismo; hoy por hoy la religión de Estado, alma y esencia de Morena.
Preguntad decía el antiguo lenguaje, a la familia Taddei: amos y señores de la nómina del gobierno estatal ante la complacencia del gobernador: nepotismo puro, pero además el cinismo en toda la extensión: “no es nepotismo…” afirma Jorge Taddei Bringas.
Tampoco lo es, el nombramiento del hijo de Carlos Ernesto Zatarain, como jefe administrativo de la oficina de gobierno; claro, tampoco influyó el corrupto de su padre para tal nombramiento: méritos puros pues, inteligencia sobrada.
Larga y enorme es la fila de gente con enormes méritos y capacidad para ocupar tales puestos; pero son ajenos a la “elite”: no repartieron agua, ni sodas en la campaña de Alfonso Durazo rumbo a la gubernatura.
Son parte de la fila de ilusos, de “idiotas útiles” como dijera Lenin; a ver cuándo entienden que “hay niveles” como dijo el albañil.
Lo bueno, es que no hay nepotismo., menos, cinismo.