Hermosillo, Sonora 31 de agosto del 2022

Por el Ing. Fernando Moreno.

Sé que murió Gorbachov, para mi fue un referente. Fui comunistas o socialista, no sé cómo llamarlo, pero participé de la idea de hacer un mundo mas justo. Esa era la idealización en mi juventud. Viví en la URSS cuando llegaron los aires de cambio, participaba en la explanada de la Universidad de Járkov sin siquiera entender qué sucedía.

   Después de varios eventos me volví capitalista, odié el socialismo. No puedo dejar de reconocer que sin Gorbachov nada se hubiera dado.

   Hoy soplan vientos de guerra, él nunca lo quería. Viví un mundo surrealista de Ucrania unida a Rusia, de una Rusia unida al mundo, de muchos mundos sin fronteras.

   Mi pensamiento está en Gorbachov, sus lágrimas no dejarán lugar para los ríos que cruzan Rusia y Ucrania, tampoco para los cielos que los comparten y mucho menos para el aire común que, con el aleteo de las mariposas, llegan a los mismos eslavos.

   Me duele en el alma, ver destrozarse a los hermanos, yo que los conocí hablando el mismo idioma, tomando de la misma botella de vodka y sufriendo los mismos avatares del clima.

   Cuando llegaba a una casa rusa o ucraniana, era igual la idiosincrasia, siempre me recibían contentos. Siempre había pan, sopa, frutos y vodka pare festejar. Hoy, solo hay balas y casquillos del estruendo de la batalla de ayer.

   Yo viví con entusiasmo la reunificación de Alemania, caían los muros y se reencontraban los hermanos; vi como fueron rehabilitados los soviéticos, víctimas del periodo oscuro y sanguinario de Stalin; me admiré de los esfuerzos de abatir la corrupción en el Partido Comunista de la Unión Soviética; también del discurso de renuncia de este hombre.

   Se desintegró la URSS, 12 Estados entraron a la vorágine del capitalismo y Gorbachov fue vituperado, despreciado y admirado por muchos.

   No gustó mucho el que Gorbachov se vendiera por un comercial o diera conferencias magistrales costosas, pero la lucha por la sobrevivencia lo hizo necesario. Yo no asistiría a una de sus conferencias; salvo para admirar de lejos a Raísa, esa mujer de hierro que, desde mi punto de vista, ejercía una influencia tenaz e hipnotizadora en su marido. Se puede entender todo viendo una foto donde se despide de ella, en su muerte prematura.

   Hoy, nos toca despedir a Gorbachov; el hombre de los matices extremos; quien pensó de una manera diferente en un país paralizado.

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