Por: Fernando Moreno Chávez
Por el tiempo que he vivido en estas tierras entiendo muchas de sus tradiciones, imágenes evocadoras de un mundo mágico que a veces admiro y otras tantas no comprendo. Yaquis, Mayos, Ópatas, Pimas, Seris, Cucapá, Guarijios, Kikapú y mestizos da las pinceladas a este cuadro multicultural que conforma Sonora.
Me asombro de esas arenas que el viento ha formado y que se dejan acariciar por las aguas cristalinas del Mar de Cortes. Desde que conocí esos paisajes verticales no dejo de rememorarlos, de encontrarme con ellos en el desierto y en la montaña.
Vivo en esta tierra por y para el amor: tengo a mis hijas, tuve un divorcio. Hoy sigo viviendo el amor con una mujer sabia originaria de San Ignacio Rio Muerto.
Mi mayor impacto en esta tierra de oportunidades ha sido su gente, esa honestidad en sus expresiones, ese hablar golpeado que tiene un trasfondo musical y cálido para quien conoce profundamente a los sonorenses. Esa cultura de trabajo, de la dignidad de merecer la ganancia por el esfuerzo invertido.
Esta cosmogonía sonorense de desarrollo endógeno, donde casi todo esta por hacer, este cuadro mágico, del que formo parte ahora, me fascina y me llena de esperanza en el diario vivir. Me pregunto si alguien será capaz de pintarlo, de darle plasticidad, movimiento.
¿Dónde está ese artista, artesano, escritor, vaquero, pescador y músico, para juntos dar testimonio de lo que todos vemos, más no reconocemos?