“Que las mentiras, sean siempre mentiras…” Joaquín Sabina… El Código

Por Redacción Nov 29, 2021

Manuel Fernando López

De plano, Lola del Río y la fiscal Claudia Indira Contreras, piensan y creen que los sonorenses somos retrasados mentales o peor aún: imbéciles.

Lo anterior en relación a la tragedia ocurrida en el palacio municipal de Guaymas  — por si no fuera suficiente el paso de la corrupta de Sara Valle Dessens—donde la carcajada de la muerte al través del fuego de rifles y pistolas cobrara vidas valiosas como la de un escolta de la flamante alcaldesa y, sobre todo de una jovencita Marisol Cuadras, quien murió con su sueño de cambiar esta sociedad cada vez más corrompida moralmente.

De entrada, ambas se apoyaron en lo dicho de que el sicario —”supuesto” consignan los reporteros mediocres—traía sobre si, órdenes de aprehensión y lo “andaban buscando” tanto los militares como los policías.

Claro, no lo encontraban porque no es cualquier cosa lo anterior, salvo que el sujeto de marras en un arrepentimiento increíble —ta güeno–  fuera a entregarse, sobre todo, después de escuchar a Andrés Manuel López Obrador, aquello de “abrazos no balazos”; franca entrega del Estado a los cárteles; así de fácil.

Luego vinieron “profundas y sesudas investigaciones” sobre el caso, detenciones varias y ¡oh!, en una deducción envidiable por el mítico Sherlock Holmes, descubrieron que el asesino era nada menos que un ¡limpia vidrios!,  al que reclutaron los “mañosos” para cometer dicha masacre.

Quienes sobreviven limpiando vidrios, apenas tienen fuerzas para soportar sus trapos y demás enseres; no podrían soportar el “culatazo” de una pistola nueve milímetros y, menos dispararla como ocurrió en dicho lugar.

Como bien dijo Michael Corleone en la enorme  película de El Padrino cuando llega con sus pistoleros con su cuñado y a sabiendas que éste, fue parte toral para que mataran a su hermano – de Corleone por supuesto—Santino, cuando lo interroga sobre qué grupo lo compró, éste quiso negarse y, fue cuando el hijo del padrino, acuñó la frase :” no insultes mi inteligencia…”

Así están ambas funcionarias, envueltas en un mundo de mentiras y tesis que no aguantan una esculcada, porque llaman a risa, insultan la inteligencia: ahora, si sabían que el “lavavidrios”, contaba con orden de aprehensión, ¿por qué no lo detuvieron  en el crucero dónde se ganaba la vida?

Quizás porque era muy peligroso y, en lugar de trapos y agua con jabón, portaba la pavorosa escuadra en la cintura; suponiendo que el infeliz trajera un pantalón con cinto que soportara dicho peso.

Bien dijiste Lola, que aguantamos un año y tres meses para ver resultados en seguridad pública: por favor, ya no insulten nuestra inteligencia; duerman tranquilas después de esta infamia: quizás vayan a misa los domingos.

¡Alea jacta est¡

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