Manuel Fernando López
Bien, conforme se asientan las aguas tras la suigéneris jornada electoral –sobre todo la de Hermosillo, donde las cuentas no cuadran para la aguerrida y folclórica Célida López Cárdenas—es hora de que los ganadores, desde Alfonso Durazo, alcaldes y demás fórmulas ganadoras, de cualquier color, sepan elegir a los mejores para integrar sus respectivos equipos de trabajo.
Y, también hora de enfrentarse a verdaderos saqueos a los erarios, amén de otros desastres financieros y, si no volteen a ver el caso de San Ignacio Río Muerto, donde llevan quincenas, trabajadores del ayuntamiento sin percibir sus pagos respectivos.
Pero el horror supremo a que se enfrentará Alfonso Durazo Montaño, será en definitiva cuando revisen las entrañas del gobierno estatal que heredará de la frívola Claudia Pavlovich Arellano, quien hizo del nepotismo su marca de casa, acomodando hasta su suegra en la nómina estatal y, ya no decir de diversa parentela.
Esta será la prueba de fuego para el de Bavispe y, de paso comprobar si efectivamente como anunciaban con bombo y platillo que fue uno de los gobiernos “más transparentes” en el país
Porque a veces de tan transparentes, tampoco se observa; una paradoja cierta; es hora también de acabar con la enorme oficina de empleo que por décadas llevan los gobiernos estatales y municipales.
Enorme labor le espera a los entrantes y, sobre todo de una sociedad harta de la letanía de siempre: “es que nos dejaron un desorden financiero…” “es que esto y lo otro…”.
No debe echar en saco roto el gobernante electo, el enorme chorro de dinero que significan las casetas de cobro en Sonora y, que muchísima falta le hacen a las arcas estatales; no es tarea nada fácil por el enorme poder económico de los vividores que las detentan.
Sin embargo tiene en esta lucha a un formidable aliado en el Movimiento por el Libre Tránsito en Sonora y n su vocero, su “tocayo2 Alfonso Cannan Montaño.