Iris Sánchez y, su afán de volver al Olimpo: El Código

Por Redacción Feb 24, 2021

Manuel Fernando López

Duro y a la cabeza le pegaron en el periódico de Navojoa, Agenda Pública que dirige Victor Fausto Silva Durán, a la dirigente del Sindicato de Campesinos Salvador Alvarado, Iris Fernanda Sánchez Chiu, tratándola como auténtica trepadora para regresar sobre los sufridos y cansados lomos de sus agremiados a la generosa y rica teta del presupuesto, donde ya saboreó sus mieles, tano como regidora, luego diputada local y, al quedar ¡oh! en el desamparo al término de la jugosa beca, gracias a sus “enormes méritos y talento político”, le otorgaron la beca de la entelequia del PRI municipal.
Claro, la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano no pudo ni supo resistir el clamor de las “bases” priístas, exigiendo a la hija del inolvidable Trinidad Sánchez Leyva al frente del tricolor municipal y, más aún llevando a su lado al “Canito” Vélez, el junior hijo de aquel “simpático sangre liviana ” de Jesús Alberto Cano Vélez, integrante del gabinete de Manlio Fabio Beltrones.
Dos “necesidades económicas” juntas al fin, ambos personajes con “profundas” raíces en el alma y sentimiento del pueblo, merced a sus “grandes aportaciones” para sacarlo de la ruina espantosa que lo ahoga y envilece cada día.
¡Claro es!, que seguramente la señora, no debe estar cobrando en el sindicato –¡faltaba más!—por respeto a sus representados y, en justa recompensa, por sus “esfuerzos” en pro de los ciudadanos hermosillenses, si lo hace con la “dieta” que le dispensan en el PRI, vía “cuotas” —¡ajá!– de los inmensos militantes del tricolor.
Como bien los reseña Agenda Pública en su columna Carrusel, a la dama en mención “le dio por emprender una sorpresiva y nada barata de imagen, pregonando los logros de su organización, lo que no tendría nada de malo, de no ser porque huele a madruguete electorero y, luego porque en regiones como el valle de Guaymas, tienen rato reclamándole es su alejamiento de las siempre manoseadas “bases” como que hasta ahora se haga la aparecida”.
Sigue: “Eso sin dejar de lado la exigencia de que refleje en hechos la claridad prometida en el manejo de los recursos que ingresan vía cuotas sindicales –sin olvidar a los agricultores—porque están achacándole que se rodeó de una especie de Estado Mayor que seguramente no opera de “a grapas”, amén de puertas cerradas y gastos que lucen injustificados o extravagantes como la fortificación de sus oficinas con cámaras de vigilancia”
Más aún: “a menos que sea el montaje de un bunker electoral , no se ve que provecho puedan redituarle a los hombres de surco y manos ajadas o avances de ese tipo, totalmente opuestos y hasta chocantes con la apertura y el estilo amiguero y campechano de su padre, el extinto Trinidad Sánchez Leyva, que hizo historia como dirigente campesino.
Hasta ahí la reseña del colega de Navojoa, ahora va la de casa, la de Semiótica Factual: la señora a quien definitivamente lo antes descrito de su padre, le quedó muy grande y en el olvido; no ha convocado a asamblea para realizar una auditoría interna del sindicato a su mando; quizás inútil intento a sabiendas que posee el control total de la misma y de sus abyectos esbirros, que ni por asomo quieren arriesgarse a soltar tan generosa teta y, más cuando lejos están del alcance de la Auditoría Superior de la Federación, por no recibir este sindicato recursos del gobierno nacional.
En pocas palabras, todo queda en familia y, en consecuencia Iris Fernanda, puede seguir flotando y sobre todo cobrando a sus anchas en dos organizaciones como el sindicato y el PRI; todo en aras de regresar a becas más jugosas en la política.
Cuanta razón tuvo su padre con aquella famosa frase: “¡No tengan miedo!”
El miedo de ella es quedar recluida en el imperio que construyó su extinto padre; como a toda mariposa le encantan los reflectores del protagonismo.
¡Alea jacta est!

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