“La honestidad es un regalo muy caro; no la esperes de gente barata”.

Por Redacción Dic 1, 2020

Manuel Fernando López”

La honestidad es un regalo muy caro; no la esperes de gente barata”.

Esta mujer, esta alcaldesa, la verdad no deja de sorprender; de entrada, en un cargo así, es muy difícil librarse de los tradicionales poderes fácticos que ordenan la agenda en este municipio en aras de hacer negocios; todo con base en poderíos económicos hechos a la sombra del poder y, encima bendecidos por el arzobispado en turno.

“De día le rezan a Dios y, en la noche bailan con el Diablo”; la doble moral , la doble cara en esta sociedad rancia e hipócrita, donde los señores del dinero se sienten merecedores de todo y, dadores de nada.

Célida López Cárdenas, sabe que cuando arrancó su campaña para gobernar Hermosillo, mencionó a uno de los antes mencionados y, prometió frenarlo, sacarlo de seguir haciendo negocios con la poderosa influencia que una sombra ominosa lo ha protegido desde siempre.

Su labor no es fácil, sin embargo es de reconocer cómo le ha quitado a los hermosillenses, la pesada loza depredadora de compañías, quienes bajo contratos leoninos han y siguen sangrándolos en forma salvaje.

Recuperó la concesión del alumbrado público, cobijado por el lépero de Manuel Ignacio Acosta –“el maloro”—a empresa extranjera y quien a decir verdad, debería estar en la cárcel.

No fue todo de este bandido: ahí están los recibos brutales del agua, que tienen a muchas familias al borde del colapso, por el aumento criminal de la tarifa.

Ahora, Célida, va espada en ristre contra los beneficiados con la planta tratadora de aguas residuales, misma que ha llenado de inmundicia y destrozado a ejidatarios: ¡que proceda!.

¿Y el mágalo?

Si el alcalde de Nogales, Jesús Pujol, se atrevió a recuperar los parquímetros para la administración municipal, Célida debe hacer lo mismo en el caso de los parquímetros en el centro comercial de Hermosillo.

Fue el alcalde panista, Francisco Búrquez Valenzuela ,quien en contubernio con regidores comprados –¡obvio!—le otorgó la jugosa concesión a quien cada navidad se disfraza  de santoclós –Miguel Angel Figueroa—y, las arcas municipales dejan de recibir millones de pesos y, en consecuencia el pueblo paga este robo.

Basta recorrer en centro de Hermosillo, para darse cuenta que tanto dinero de dicha concesión jamás se plasmó en mejora alguna.

 Deben auditar al “Mágalo”, incluyendo su ridículo traje de santaclos.

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