Manuel Fernando López
Así fue Martín
De una pieza, un hombre de pies a la cabeza, tanto que el ejército terminó por pulir sus cualidades: disciplina, lealtad y honor.
Lo último le sobraba porque nació basto del mismo: por si las anteriores cualidades no fueran suficientes, supo ser amigo, tanto, hasta el sacrificio de ver llorar a su familia por tal devoción
Cada guardia era su hermano; con ellos , pasó navidades, años nuevos, cumpleaños y todos eventos normales para cualquiera, pero no para Martín.
En mis recuerdos – y son muchos—siempre y para siempre, estará su imagen junto a la de otro enorme amigo –más de él si se quiere—Claudio Huidobro Cárdenas, luchadores por la dignidad del guardia de seguridad.
Hombres y mujeres, la mayoría ignorantes de sus derechos laborales; nobles, tan solo deseosos de llevar el pan a sus casas; noches y días sin fin de jornadas mal pagadas y la mayoría de las veces menospreciados por su humilde condición; pero primeros en la línea del deber.
Estos fueron el gran motivo del gran soldado, alejado de reflectores, de la rapiña de liderazgos sindicales: el trabajador, siempre el trabajador fue su mística y, con esta devoción partió a un mundo en el cual debe estar bien porque fue un hombre bueno.
Con cuanto amor contemplaba todo homenaje a la bandera y a los símbolos patrios; fue soldado y como tal murió: en la lealtad y honestidad.
Martín; más allá de las estructuras sindicales y de otras prácticas en contra de sus amados guardias, lanzaba a éstos a las calles para defender sus derechos.
Así fue Martín
¡Descansa en paz Martín Valenzuela Ruelas!.